jueves, 13 de mayo de 2010

Barry Lyndon (1.- La relación con Nora)


Antes de nada, siento que os debo una disculpa por haber estado todo este inmenso tiempo sin subir ningún artículo al blog. Estos meses he estado bastante ocupado por diversos motivos, eso unido a mi habitual vaguería y a que el poco tiempo libre que tenía he preferido dedicarlo a la música antes que ha escribir han propiciado este parón en las publicaciones que espero que no se vuelva a repetir. Otra aclaración previa: como sabéis, estamos hablando de “Barry Lyndon”, la genial obra maestra de Stanley Kubrick. En un principio tenía pensado despachar la película con cinco o seis artículos, pero hoy al revisionarla para escribir el primero de ellos me he encontrado con que tenía una hoja llena de anotaciones sobre lo visionado con sólo un cuarto del metraje sobre el que me disponía a hablar. Así que prefiero aumentar el número de artículos con el fin de poder añadir profundidad a los mismos y no limitarme a unos simples comentarios por encima, y el no menos importante deseo de mantener lo escrito en unas dimensiones que no resulten demasiado pesadas para ti, querido lector (demasiado tópico esto, ¿verdad?). Sin más empecemos nuestro visionado conjunto de Barry Lyndon:


La película empieza de forma contundente, con el logotipo de la productora en rojo sobre fondo negro aproximándose a nosotros para dar paso al título. Al mismo tiempo que empiezan las imágenes suena a todo volumen una música que nos acompañará a lo largo de algunas de las escenas más impactantes del filme. La obra que suena no es otra que la Sarabanda de Haendel arreglada por Leonard Rosenman (y que podéis escuchar acompañada por algunas imágenes en este enlace). Así descubrimos el título de la primera parte de las dos en que se divide la obra: “De cómo Redmond Barry adquirió el renombre y título de Barry Lyndon”. En efecto nuestro protagonista no era más que un simple campesino en un principio, en un puesto bastante bajo en la escala social de la época (y de hoy en día también, por desgracia) y veremos a continuación como con sus andanzas logra ascender hasta rangos de nobleza.


La primera escena que vemos es un duelo, en concreto el duelo dónde el padre de Redmond es asesinado. Iros acostumbrando, porque la película está repleta de duelos tanto a pistola como a espada, reflejo de la turbulencia y malestar social que atravesaba la Europa de la época. En esta escena entra también la voz en off del narrador que nos acompañará con sus descripciones y sus interesantes reflexiones a lo largo de toda la obra. Tras eso, y para continuar con la presentación del entorno familiar de Barry conocemos a su madre que, según nos cuenta nuestro narrador, es acosada por múltiples pretendientes tras la muerte de su marido a los cuales rechaza cual Penélope (aunque ambos personajes sean totalmente distintos) con la excusa de tener que cuidar de su hijo.


¿Y cómo es su hijo? En seguida lo descubrimos con uno de los planos más bellos de la película. La cámara nos muestra en primer plano una fuente coronada por la estatua de un querubín dorado, símbolo de pureza, como pura es el alma de Redmond Barry en estos momentos. La cámara se aleja y vemos jugando a las cartas a nuestro protagonista junto con su prima Nora Brady. Todo esto con una iluminación totalmente natural y una música tradicional irlandesa de fondo que viene a remarcar esa sensación de ingenuidad y pureza. Ingenuidad y pureza que Barry acabará perdiendo del todo por las vicisitudes a las que se ve sometido en su peculiar existencia. El narrador nos informa de que su prima Nora es el primer amor del joven Redmond y reflexiona sobre el significado que el primer amor tiene en un hombre (“Ama como canta un pájaro o florece una rosa en la primavera”). El juego de cartas acaba y como premio ambos jugadores se dan una pequeña satisfacción erótica en forma de jugueteo adolescente que culmina con un beso de la voluptuosa Nora al extasiado Barry. Pero no todo iba a ser idílico en el mundo que rodea a nuestro héroe, o sino no existiría el drama.


El plano se corta abruptamente a otro muy distinto: de un interior pasamos a un impresionante exterior, de sólo dos personajes pasamos a una multitud y de esa suave música tradicional a una dura marcha militar. Este contraste entre la música popular y la militar es constante a lo largo de la película y puede resultar chocante en muchas ocasiones, pero la vida al fin y al cabo está compuesta de amor, y también de odio, ¿no creéis? La escena nos muestra al regimiento capitaneado por el soberbio John Quin desfilando ante el pueblo en gran plano perfectamente equilibrado. El narrador nos da cuenta de la envidia que siente Barry ante los soldados y su elegancia y porte. Como veremos más adelante en la película hay que tener cuidado con lo se desea, porque en ocasiones puede llegar a cumplirse, pero no nos adelantemos. Tras el desfile viene el inevitable baile (de nuevo ese contraste entre músicas), en el cuál el Capitán Quin saca a Nora Brady cinco veces a bailar, hecho que pone terriblemente celoso al bueno de Redmond y le provoca una recriminación por parte de Nora en el camino de vuelta a casa, donde es acusado por Nora de ser sólo un chiquillo mientras que John Quin es todo un hombre, y de fortuna.

Nora Brady y el Capitán John Quin bailan tan tranquilos mientras el joven Redmond se muere de celos.

Y es que la fortuna de John Quin juega un papel importantísimo en la incipiente relación entre Nora y él. La familia de la chica vive bien, pero terriblemente endeudada, e incorporar al militar inglés a la misma puede ser su salvación. Así pues hay un interés económico evidente en esta relación, tanto por parte de Nora como por parte de su familia. El cortejo entre el soldado y la prima de nuestro protagonista no puede estar más lleno de tópicos: que si los hombres son mujeriegos, que si las mujeres puras y virginales... vamos, el ritual propio del momento para llevarse a alguien al huerto. Todo iba a pedir de boca hasta de Barry decide intervenir provocando un gran enfado por parte de la doncella (“Por Dios, Capitán, es un chiquillo, para mí no significa más que mi perro o mi loro.”, Ahí queda eso, Qué angelical esta chica, ¿verdad?) Pero las excusas de Nora no bastan y el capitán decide retirar sus aspiraciones matrimoniales, aunque será por poco tiempo debido a la intervención de la familia de la muchacha para salvar la situación.


La siguiente escena es una de las que sitúan a esta película en el Olimpo del Séptimo Arte (desde mi humilde opinión). El uso genial de la iluminación natural en un interior, que resulta poco artificioso a la vez que resalta los colores de una manera única convirtiéndolo todo en gran cuadro de época en movimiento; la magnífica interpretación de todos los actores (en especial del protagonista Ryan O'Neal) y un perfecto uso del tiempo cinematográfico se combinan como sólo Kubrick sabe hacer para obtener un resultado que roza la perfección audiovisual. La escena acontece en el comedor de la familia Brady donde tiene lugar una de esas comidas familiares que tanto nos aburren los domingos. Durante esta comida Nora y el Capitán Quin anuncian su compromiso con el beneplácito y los aplausos de casi todos los asistentes; todos menos Barry, quien ante esta noticia no puede sino faltarle al respeto al capitán y a toda la familia de su tío arrojando una copa de vino a la cara del invitado y retándole a un duelo. El pobre Barry, utilizado y puteado (hablando mal y pronto) por su propia prima, que lo llega a comparar con un animal de compañía y que en cuanto se aburre de él lo deja por un hombre de fortuna, despierta inevitablemente la simpatía del espectador, cosa que apenas volverá a ocurrir a lo largo de la historia (creedme). También se demuestra así el carácter apasionado del protagonista que tantos problemas le causará a lo largo de su tumultuosa vida.


Finalmente llega la hora del duelo a pistola; y volvemos a un primer plano (de las pistolas en esta ocasión) que se abre en un plano panorámico perfectamente estudiado y equilibrado; y volvemos a escuchar la Sarabanda de Haendel que nos acompañará con su tema insistente y tremendo a lo largo de toda la extensa escena. Es también en esta escena que apreciamos por primera vez una de las características fundamentales de esta película: su morosidad. Los planos se alargan, los diálogos se hacen lentos, los silencios terriblemente incómodos y la acción siempre se retrasa lo máximo posible generando así escenas de gran duración que logran mantener en vilo al espectador hasta el último momento. Y es precisamente en el último momento cuando el “valiente” Capitán Quin intenta librarse del mal trago del duelo ofreciendo a Redmond dinero a cambio de que él se excuse y se retiré a Dublín una temporada. Pero Barry, terco cómo es él, no acepta este ofrecimiento, y es tajante en su rechazo: “No lo siento, y no pienso disculparme. Y tanto me iré a Dublín como al infierno.


Por fin el duelo comienza, los contendientes se sitúan en sus puestos y se produce la cuenta atrás alternando primeros planos de los personajes enfrentados. Se genera la tensión... y la tensión se libera de forma magistral: por un lado un cambio en la orquestación de la música entrando un clavicordio con el tema principal; por otro, los sucesivos primeros planos regresan al amplio plano panorámico, distanciando así al espectador de la violenta acción que está a punto de ocurrir. Y se produce el disparo, y el Capitán Quin cae, y la preocupación se vuelca sobre toda la familia como un jarro de agua fría.


Ante la ilegalidad de la acción de Redmond se decide que se debe ir una temporada a Dublín hasta que pase la tormenta, y así Barry se despide de su madre huyendo de todo sentimentalismo tanto en la actuación, como en la realización (la escasez de sentimentalismo es un recurso que Kubrick utiliza sobradamente en esta película, hasta la escena más dramática de toda la obra, donde el sentimiento nos invade y no se puede evitar que alguna lágrima se escape; pero de eso hablaremos en su debido momento).


Y así es como nuestro Redmond Barry inicia una nueva vida lejos de todo lo que amaba, así es como es expuesto a un mundo exterior frío y hostil apunto de embarcarse en una cruenta guerra en la que Barry se verá obligado a participar. Pero de todo eso hablaremos ya en la siguiente entrada.



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