martes, 25 de mayo de 2010

Barry Lyndon (2.- Al servicio de la Corona Británica)


Seguimos hoy con el inicio de la vida adulta de Redmond Barry, la primera vez en “Barry Lyndon” que vemos a nuestro protagonista alejado de toda influencia familiar. Veremos como su iniciación a la edad adulta no fue precisamente un camino de rosas, y como la influencia del ambiente en el que se vio envuelto es lo que convirtió al joven Barry de un chico alegre e iluso a un rufián cínico y mentiroso, en una interpretación prácticamente marxista del por qué de la naturaleza humana.

Tras despedirse de su madre, Redmond parte hacia Dublín, pero jamás llegará a esta bella ciudad, cuna del gran James Joyce. Al poco de partir, el joven Barry sufre un peculiar y educado atraco a manos de unos salteadores de caminos con los que había coincidido en una posada en el camino. En medio de los majestuosos bosques irlandeses nuestro protagonista es detenido por el hombre conocido como “Capitán Feeney” y su hijo Seamus, que de una forma muy cortés le arrebatan su dinero y su caballo. Y creedme que no estoy siendo sarcástico escribiendo esto, realmente estos dos son los atracadores más educados que ha parido madre; como muestra, os dejo la contestación que el “Capitán Feeney” le da a Redmond cuando este le pide quedarse con el caballo para poder continuar camino: “Desearía complaceros, pero en nuestra profesión debemos viajar más rápido que nuestros clientes.

Tras este atraco, sin dinero ni medio de transporte, nuestro joven amigo se encuentra realmente en un atolladero, no puede continuar su camino ni regresar a su casa, puesto que piensa que aún sigue buscado por el asesinato de John Quin. Así nos encontramos a Redmond envuelto en la música militar mientras escucha un anuncio del ejército en una aldea cercana, y es que el ejército siempre necesita nuevos reclutas. Barry no lo duda un momento: sus ansias de gloria militar y la necesidad de dinero contante y sonante hacen que se apunte a las filas de infantería de Su Majestad Británica. Un largo travelling (recurso cinematográfico usado hasta la saciedad, y mil veces perfeccionado por Kubrick) nos muestra a Redmond ya enfundado en la casaca roja durante sus primeros entrenamientos. Estos entrenamientos por cierto sólo duraban un mes, y es que la Corona Británica se hallaba en ese momento envuelta en la Guerra de los Siete Años y necesitaba gran cantidad de reclutas sin importar demasiado su calidad.

Pero a Barry le cuesta adaptarse a esta nueva vida, su nivel de vida en su pueblo natal era más alto del que le espera como un mero soldado raso del ejército. Así vemos como protesta cuando le sirven la bebida en un vaso repleto de grasa, y como esta protesta origina la mofa de sus compañeros. La situación acaba degenerando hasta tal punto que Redmond acaba insultando al típico matón imprescindible en cualquier grupo humano; lo que conlleva la inevitable pelea a puñetazos. Así pues sus compañeros forman un cuadrilátero humano en el que Redmond Barry y el Señor Toole (un irlandés del tipo armario de dos puertas) zanjan su disputa. La grabación de esta escena es magistral: la música cesa para escuchar sólo un batiburrillo de gritos de los hooligans de ambos bandos que contemplan el combate y la cámara olvida la majestuosidad propia de Stanley Kubrick para pasar a una grabación cámara en mano. Estas técnicas logran sin duda la intención del director: hacer al espectador partícipe del combate como si fuera él uno de los púgiles. Finalmente gana nuestro protagonista gracias a su agilidad y es aclamado por sus compañeros soldados.

Una sorpresa nos espera cuando coinciden en el servicio Redmond Barry y el que fuera su testigo en el duelo por Nora, el Capitán Grogan. Ambos deciden compartir una botella de vino al caer la noche, lo que nos lleva a la primera de las múltiples escenas nocturnas iluminadas solamente con la luz de las velas (sólo tres, en este caso). Como ya os he comentado con anterioridad, Kubrick inventó una serie de cámaras especiales basadas en la tecnología de la NASA con el único fin de poder grabar estas escenas. Ese encuentro nocturno (acompañado por el omnipresente sonido de los grillos) revela a Barry que el duelo por el que se vio obligado a escapar estaba amañado. En efecto, todo era un plan de la familia de Nora Brady que empleó balas de fogueo con el fin de asustar a Redmond y lograr su huida. Y es que el “bravo” Capitán Quin no era tan fiero como lo pintaban, y nunca se hubiera atrevido a pedir la mano de la muchacha mientras el joven galán siguiera de por medio. De hecho su cobardía llega a tal punto que, incluso aunque apenas fue alcanzado por una bala de fogueo, tardó más de una hora en levantarse del susto que se había llevado en el cuerpo. Así es como nuestro protagonista se entera del nuevo estado civil de su amada prima (en palabras del Capitán Grogan: “Tu ausencia la impresionó de tal forma que se vio obligada a consolarse tomando esposo.”); pero este hecho apenas afecta a Barry, demostrando así como es un hombre que puede cambiar de amoríos con facilidad.

Finalmente, llegar la hora de sumarse a las fuerzas combatientes en Alemania, y así es como vemos la primera escena de batalla del filme. Kubrick dirige magistralmente esta escena, siempre con la frialdad y alejamiento que caracteriza a esta obra. Así alterna travellings con grabación cámara en mano e impresionantes panorámicas todo ello acompañado de una marcha militar como banda sonora. Esta será la primera y última batalla de Redmond Barry en el ejército británico, y para colmo él no pega ni un sólo tiro. Nada más comenzar el combate el Capitán Grogan es herido por las fuerzas francesas y nuestro protagonista lo acompaña al que será el lugar de su muerte: un sendero oscuro y embarrado en mitad de los bosques germanos. A Redmond aún le da tiempo a darle un beso de despedida a su amigo en una escena que seguro que os sonará. Ved la escena y pensar un poco en ello... ¿No os recuerda terriblemente a la escena de la muerte de Boromir en “El Señor de los Anillos”? ¡Si tan sólo hay que cambiar a Boromir por el Capitán Grogan y a Aragorn por nuestro querido Redmond Barry! Parece ser que Peter Jackson debió de ver esta película también.

Redmond Barry a punto de engarzarse con el enemigo capitaneado por su amigo Grogan

La muerte de Grogan provoca un profundo cambio en nuestro joven amigo, haciéndole olvidar las glorias militares e instándole a desertar del ejército. En la narrativa del filme también observamos este cambio: tras la batalla llega el inevitable saqueo acompañado por las reflexiones anti-belicistas del siempre presente narrador (“Y sin embargo es con estos instrumentos con los que los grandes guerreros y reyes han realizado su obra criminal en el mundo.”)

La oportunidad para desertar se le presenta pronto a Barry cuando una pareja de oficiales homosexuales disfruta de un momento de relax en un río dejando olvidados sus caballos y pertenencias. Redmond no lo duda ni un segundo y coge caballo, uniforme y documentación de uno de ellos alejándose al instante de la escena del robo mientras los hombres se declaran su amor en la distancia.

Pero las penalidades de nuestro joven protagonista no hacen más que empezar cuando se escapa vestido con las ropas de un oficial hacia el sector controlado por las tropas prusianas, como veremos en el próximo artículo.

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