martes, 10 de noviembre de 2009

El "Ulises" de James Joyce (Visión preliminar)

      Corre el jueves 16 de junio del año 1904. A primera hora de la mañana un joven, sarcástico y orondo estudiante se afeita observando la salida del sol desde lo alto de su residencia en la Torre Martello comparando este ritual diario con la estricta observancia de la norma religiosa. En el final de ese mismo día una mujer de mediana edad algo entrada en carnes reflexiona sobre su vida mientras está esperando a que le entre el sueño tumbada en la cama, tras la vuelta de su marido, reflexiona entre otras cosas sobre sus amantes, los pasados y el actual.


      Entre estos dos sucesos tan normales transcurre toda la acción de la que probablemente sea la mejor novela de todos los tiempos. Estoy hablando como no del “Ulises” de James Joyce.


Este es el culpable de tamaña monstruosidad de novela, sí hay un dios de la literatura, es él.


      Es realmente difícil decir algo en general sobre esta gran novela, por lo que me planteo hacerlo basándome en la suposición de que no la habéis leído, quizás así, sí que os pueda explicar algo coherente acerca de esta obra.


      Lo primero que llama la atención una vez que consigues la novela es su tamaño: 908 páginas (sin contar el prólogo de más de 180) en su versión de la Editorial Cátedra. Es una novela larga. Pero en cuanto empiezas a leerla no es el tamaño lo que asusta, sino su increíble complejidad y, por encima de todo, su extrañísimo lenguaje. Como muestra, un botón, os leo unas frases correspondientes al episodio 14:


      “...Sí, Piadoso habíale hablado de aquella tierra y Casto le había mostrado el camino pero la cosa era que en el camino había caído con una cierta puta de aspecto atractivo cuyo nombre, dijo ella, es Más-vale-un-toma y le sedujo con malas mañas apartándole del camino verdadero con embelecos como ¡Eh! ¡Oye! mozo gentil, ven para acá que te voy a enseñar un sitio muy bonito, y le fascinó tan lisonjeramente que se lo metió en su gruta que es llamada Que-dos-te-daré o, según algunos sabios, Concupiscencia Carnal.


      Así, tal cual, errores en la puntuación incluidos.


      Pero una vez que superas el susto inicial y te empiezas a acostumbrar al cambio constante de lenguaje es cuando empiezas a ver la genialidad que hay en esta novela (si no te has echado para atrás a la hora de leerla, cosa que les pasa a muchos). Y una vez que la acabas sientes dos cosas bien distintas: Por un lado un fuerte sentimiento de realización (“¡He sido capaz de leer esta cosa cuasi-informe!”) y por otro lado el deseo de volverla a leer (“Bueno, a ver si ahora me entero de de qué va esta cosa”). Y que hasta que no es leída varias veces lo más probable es que no tengas demasiada idea de casi nada de lo que pasa en la novela.


      No es fácil saber lo que pasa en la obra, y esto es, precisamente, porque no pasa nada importante. Los personajes de la novela son gente normal y corriente, y viven un día normal y corriente. Bueno, algo pasa, hay un par de broncas, una masturbación pública, una cagada y muchísimos pensamientos impuros, pero nada de relevancia para sus protagonistas.


      Después de lo que acabáis de leer no os sorprenderéis si os digo que esta novela estuvo prohibida durante unos cuantos años por ser considerada pornográfica, pero nada más lejos de la realidad. Lo que la novela relata es al hombre corriente, y lo relata hasta el más mínimo detalle (tened en cuenta que en esas 908 páginas no transcurren ni 24 horas); no hay moralismos absurdos: si el protagonista caga, te cuenta como caga, si el protagonista se masturba en la playa... bueno, vale, digamos que el protagonista no es que sea tampoco un hombre demasiado corriente.


      Y hablando del protagonista, resulta curioso que no lo vemos ni conocemos de su existencia hasta bastante avanzada la novela (el hombre está durmiendo a esas horas y tampoco era plan molestarlo). La obra empieza con Stephen, en el se centran los primeros capítulos. ¿Qué decir de Stephen? Pues muchísimas cosas que iremos descubriendo a lo largo de la lectura. Stephen es un joven estudiante, ya ha protagonizado con anterioridad otra novela de Joyce (“Retrato de un Artista Adolescente”) y lo vemos pocos años después de acabado este relato. Hasta justo ese día comparte piso con otros dos estudiantes, su madre ha fallecido hace relativamente poco, y nunca ha estado con una mujer (en el sentido bíblico del término) sin dinero de por medio. Es un auténtico genio este Stephen, pero sus habilidades sociales son un poco escasas. Toda la crítica está de acuerdo al afirmar que Stephen Dedalus (así se apellida, el pobre) es en realidad el alter ego de un joven James Joyce.


      Pero Joyce ya no era joven cuando escribió esta novela, por lo que decidió crear otro alter ego para sí mismo: el señor Leopold Bloom. Éste es el auténtico protagonista. ¿Y qué decir de Bloom? Bueno, también muchas cosas: es agente comercial de la sección de publicidad de un periódico, es judío (aunque renunció a su religión para casarse con una católica), sospecha que su mujer le engaña (acertadamente), tiene una hija, y no mantiene relaciones sexuales desde que falleció su primogénito. Ahí es nada. Leopold Bloom, con todas sus imperfecciones, refleja al típico hombre de clase media, un random, vamos.


      Estos dos serán los protagonistas principales de la novela, pero sus caminos no se cruzan hasta casi el anochecer, así que, ¿qué otros personajes veremos en este día tan ajetreado? Pues muchísimos, centenares y centenares, algunos muy detallados, otros apenas sombras con las que nuestros héroes se cruzan en el devenir de su vida cotidiana, otros simplemente existen en los pensamientos de los protagonistas, pero todos con una increíble profundidad, tanta, que una vez has acabado de leer la obra, sabes que ellos seguirán con sus vidas tal y como las han dejado.


      Una vez presentados a los personajes, otra pregunta fundamental en cualquier análisis literario que se precie: ¿De qué trata la novela? “Ulises” no trata de nada. De nada en concreto, claro, salvo quizás el tedio de la vida cotidiana. Pero en sus páginas hay de todo: sexo, literatura, música, amor, enseñanza, historia, política, odio, prostitución, engaños, infidelidades, sueños, trabajo, maternidad, nocturnidad y alevosía. Vamos, lo que constituye una vida. Y es que el “Ulises” de Joyce es el reflejo exacto de una vida de clase media (con aspiraciones burguesas, eso sí) en la sociedad capitalista. Ni más ni menos.


      Después de leer todo esto es probable que el “Ulises” os parezca una novela aburrida. Al fin y al cabo son 908 páginas donde te describe como unos tío normales viven un día normal. Nada más lejos de la realidad. Esta historia tan banal no es más que una excusa para que el verdadero protagonista de la novela cobre forma. Y el verdadero protagonista de la novela es ni más ni menos que el lenguaje. Toda la historia es secundaria, lo importante es ver como Joyce modifica constantemente el lenguaje de maneras cada vez más retorcidas y escabrosas con el fin de transmitirnos lo que está sucediendo o de sumergirnos en sus complicadísimos juegos de palabras (una de las constantes de toda la obra). Cada capítulo está escrito con un lenguaje y un estilo totalmente distintos, desde el estilo juvenil y desenfadado del primer capítulo, hasta el teatro casi esperpéntico y decididamente surrealista del capítulo quince, pasando por cosas como réplicas de novelas cursis o un estilo propio donde todo son preguntas y respuestas. ¡El último capítulo son 53 páginas sin un triste signo de puntuación divididas en 6 inmensos párrafos! Ahora me entendéis cuando os decía que el lenguaje es extrañísimo, ¿verdad?


      El lenguaje no es el único problema que presenta esta novela. Sin duda, uno de los hechos que más ríos de tinta ha hecho correr sobre la misma es su propio título. ¿Por qué “Ulises”? Parece ser que Joyce desde el principio se planteó la estructura de la novela como una imitación de la estructura de la “Odisea” de Homero. No sólo eso, sino que se planteó similitudes entre sus personajes y sus situaciones, algo difícilmente comprensible tras una primera lectura (o una segunda o una tercera, vamos). El propio Joyce llegó a publicar un esquema donde se aclaraban estas relaciones (así como muchos críticos), pero así y todo es difícil de entender. Para que os hagáis una idea de la complejidad del esquema Joyce relacionaba cada capítulo con una aventura de la odisea, con una hora del día, un color, una técnica narrativa, una disciplina del conocimiento humano y muchas otras cosas... Da la impresión de que Joyce pretendía hacer una especie de compendio del conocimiento humano con esta obra.


      El “Ulises” es una lectura difícil, eso hay que reconocérselo. El propio Joyce dijo que había metido tantas referencias y juegos palabras en su obra que haría falta un siglo entero de críticas literarias para acercarse siquiera a desvelarlas todas. Sinceramente, no puedo estar más de acuerdo. Para que os hagáis una idea de su dificultad, gran parte de los críticos de su época no fueron si quiera capaces de leerla, pero no sólo los críticos, muchos escritores de renombre hubo que intentaron su lectura una y otra vez, sin conseguir pasar nunca de más de dos centenares de páginas.


      ¿Por qué pues leer esta obra que según muchos es difícil, densa y aburrida? Porque, al menos para mí, ha sido la experiencia más gratificante que tenido nunca a la hora de leer un libro. La lectura del “Ulises” ha cambiado por completo mi forma de experimentar la literatura, el mundo y el arte. Para que os hagáis una idea, ahora son el resto de las novelas las que me provocan tedio.


      Pero el movimiento se demuestra andando, así que dejemos de ensalzar las virtudes de esta obra y pasemos a mostrarlas en la práctica, es decir, con su lectura. Si me acompañáis, en el próximo artículo hablaremos del capítulo uno, conocido también como “Telémaco”.


1 comentario:

  1. GENIAL, es una obra que tengo pendiente y quería animarme a leerla, pero es que con tu análisis aún tengo más ganas de descubrirla y redescubrirla, jejejejeje así que yo me apunto a esta "odisea" del Ulises de Joyce, gran entrada y esperando la siguiente jejeje.

    Besos, ;).

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