sábado, 9 de marzo de 2013

Barry Lindon (3.- La muchacha alemana)


 Seguimos hoy viendo esta obra maestra que es «Barry Lindon» de Stanley Kubrick. En esta ocasión analizaremos un fragmento casi ínfimo de la película, pero de gran importancia porque realmente es el único momento (aparte de las primeras escenas) donde vemos a nuestro protagonista como una buena persona, a partir de aquí, su moralidad irá decayendo de manera progresiva.

  Pero todo esto comienza con música heroica y escenas de Redmond Barry a caballo, reflexionando sobre sus planes futuros (viajar a Holanda y de allí regresar a su país) y tomando decisiones de vital importancia. Según el narrador Redmond «decidió no dejar nunca de ser un caballero». Música heroica, caballerosidad,... ¿pero este tío no acaba de desertar del ejército en el que se había enrolado voluntariamente? Vemos así una nueva muestra del cinismo del personaje y de la sutil ironía con la que Kubrick impregna toda la película.

  Y finalmente llegamos a uno de los momentos más emotivos del filme. Quizás el único verdaderamente emotivo. Cuando nuestro «héroe» se encuentra ya en el sector prusiano, decide parar a una campesina para conseguir algo de alimento. Este encuentro le llevará a tener una relación sentimental con la joven cuya duración y vicisitudes desconocemos, puesto que se nos cuenta en apenas unos minutos. Por cierto, si habéis leído el libro, veréis que difiere sustancialmente de lo aquí mostrado, adaptaciones de Kubrick, poco más hay que decir.

  Otra característica de esta relación es que se nos muestra de manera complemente fría, con la mayor parte de los diálogos en alemán o en inglés mal chapurreado lo que incrementa el realismo, pero también distancia al espectador de la historia. Por otro lado, realmente lo único que vemos es el principio y el final de la relación, desconocemos todo lo que haya podido pasar en el medio. Aún así, la escena de la despedida puede hacer saltar alguna lágrima a los espectadores más sensibles, otra muestra del gran control de su arte del genial director.

  La relación, por otra parte, comienza de una manera bastante brusca; y es que ninguno de los dos se anda por las ramas. En una escena nocturna, de nuevo a la luz de las velas, Redmond le pregunta a ella por el padre de su hijo (que está en la guerra) y ella digamos que no se anda con recatos («¿Os gustaría quedar conmigo por unos pocos días, o muchos días?»). Todo esto es acompañado con reflexiones por parte del narrador sobre el amor en tiempos duros como esos y con una bella comparación entre la soledad y el combatir en una guerra. Si nos pusiéramos filosóficos podríamos reflexionar sobre la frialdad y la oscuridad del mundo (algo constante en la filmografía de Kubrick) y como es este el único momento plenamente «luminoso» de la película, el único momento donde Barry parece sentir algo real por alguien (a pesar de que comienza mintiéndole a la chica). Digamos que aquí se le ofrece al protagonista una cierta oportunidad de redención.

  Pero, no sabemos muy bien por qué, no acepta esta redención. Inmediatamente después de la escena nocturna en que deciden estar juntos, se nos echa encima la lacrimógena (en el buen sentido) escena de la despedida; todo ello acompañado de una música sublime, como no podía ser menos. Toda esta escena transcurre íntegramente en alemán, pero nos da mucha información. Por ejemplo, vemos que ella le llama por su verdadero nombre, por lo que podemos suponer que en ese lapso de tiempo que estuvieron juntos Barry le reveló la verdad sobre su situación (una muestra más del afecto que siente por ella). Lo que nunca sabemos es por qué él decide irse de su lado, quizás solo por nostalgia de su tierra, quizás porque su marido podría regresar de la guerra en cualquier momento... En cualquier caso ese breve intercambio de palabras, con ese «Ich liebe dich» tan emotivo... bueno, digamos que en momentos un poco difíciles de la vida, esta sencilla escena puede desatar todo un torrente de lágrimas.

Barry y su amada diciéndose Auf Wiedersehen.

Lo dejamos aquí por hoy, cuando regresemos a la película veremos como la vida de Barry dará un nuevo giro de ciento ochenta grados que lo llevará por derroteros nunca vistos hasta ahora y acabará con lo poco de ética y moralidad que quedan en él.